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Imaginando futuros deseables: Un llamado a la teorización prospectiva con rigor especulativo

Abstracto

Con la inminente emergencia planetaria, el futuro será cualquier cosa menos una extensión del pasado. Sin embargo, teorizar sobre el futuro plantea un problema peculiar. Por definición, aún no está presente. El enigma del futuro es que requiere conceptualizar y teorizar lo que (todavía) no es observable y no existe (todavía). Los estudiosos han pedido teorías más impactantes; Argumentamos que una vía poderosa para hacer que las teorías organizacionales sean más impactantes es hacerlas más orientadas al futuro. En este artículo, hacemos un llamado a la teorización prospectiva, que definimos como un enfoque de teorización orientado al futuro que se ocupa de imaginar futuros deseables. En primer lugar, argumentamos que la teorización prospectiva implica un cambio a lo largo de dos dimensiones (onto-epistemológica y axiológica): de la proyección a la imaginación, y de la teorización neutral en valores a la teorización guiada por valores. En segundo lugar, sugerimos y promovemos prácticas de teorización prospectivas que podrían permitir tal cambio, distinguiendo entre entradas, rendimientos y salidas de la teorización. En tercer lugar, para que dicha teorización prospectiva sea científicamente evaluable y rigurosa, desarrollamos la noción de rigor especulativo y esbozamos criterios de potencia generativa, transparencia del proceso, deseabilidad plausible y plausibilidad especulativa. En general, argumentamos que la teorización prospectiva se suma a una mayor pluralidad en nuestra teorización hacia la erudición (re)generativa para imaginar futuros deseables.
Existe una creciente demanda de teoría de la organización y la gestión basada en el impacto (Reinecke et al., 2022Wickert et al., 2021) y la erudición comprometida (Ergene et al., 2021Sharma y Bansal, 2020Van de Ven, 2007) para hacer frente a los grandes retos de la sociedad (Ferraro et al., 2015George et al., 2016Gümüsay et al., 2022). Los estudiosos han lamentado durante mucho tiempo que el proceso de construcción de la teoría «está limitado por restricciones metodológicas que favorecen la validación en lugar de la utilidad» (Weick, 1989, p. 516). Si bien las explicaciones de la teorización quizás se han vuelto más pluralistas (Cornelissen et al., 2021), prevalece una restricción metodológica persistente: la orientación temporal predominante dentro de casi todas las teorizaciones hacia el pasado empírico.
Esta orientación hacia el pasado está en desacuerdo con la ambición de que los teóricos de la organización puedan o deban generar un liderazgo de pensamiento con visión de futuro que pueda inspirar y guiar un cambio significativo en el mundo. Sin embargo, el consenso metodológico de nuestra teorización nos confina a ser en gran medida seguidores de una realidad empírica presente o pasada. En el mejor de los casos, estamos siguiendo la vanguardia de la realidad empírica y somos capaces de conceptualizarla y traducirla en vocabularios teóricos comunes. Sin embargo, con la inminente emergencia planetaria (IPCC, 2023), no solo se nos está acabando el tiempo (Nyberg y Wright, 2020Williams y Whiteman, 2021), pero es poco probable que el futuro se parezca en nada al pasado. Esta constatación limita la utilidad de las teorías basadas en la observación empírica de la realidad existente. Además, es probable que los modelos de aprendizaje automático como ChatGPT pronto superen a los humanos en algunas tareas relacionadas con la teorización, como ciertas formas de análisis de datos, capaces de realizarlas a mayor escala y velocidad y con mayor precisión y fiabilidad. Sin embargo, sus resultados predictivos también están orientados hacia atrás, ya que estos modelos de lenguaje se entrenan con entradas de datos procedentes del pasado empírico. Para que la erudición organizacional ofrezca liderazgo de pensamiento en lugar de seguidores y se mueva a la vanguardia de los debates sociales en torno al clima, la justicia o la IA, argumentamos en este artículo que, colectivamente, como académicos de la organización, debemos desarrollar teorías orientadas al futuro, centradas en la imaginación y basadas en valores.
Los estudiosos de la gestión y las organizaciones han comenzado recientemente a teorizar sobre cómo los individuos y las organizaciones en el campo dan sentido al futuro (Beckert, 2021Flammer y Bansal, 2017Flyverbom y Garsten, 2021Hernes y Schultz, 2020). Sin embargo, se ha prestado menos atención a la cuestión de cómo, como académicos, pueden orientar su teorización hacia el futuro de manera generativa y rigurosa. El futuro plantea un problema peculiar: por definición, aún no es presente. Como ciencia social empírica, la erudición de la administración y la organización se ocupa principalmente del mundo social tal como existe y llegó a existir. Sus herramientas metodológicas se centran en datos procedentes de eventos observables que ya han ocurrido (Bell et al., 2022). Sin embargo, el énfasis «en la emergencia de la teoría a partir de los datos» (Eisenhardt et al., 2016, p. 114) vincula la teorización con el pasado y el presente. El enigma del futuro es que requiere conceptualizar y teorizar lo que (todavía) no es observable y no existe (todavía).
Como resultado, la teorización en la erudición de la administración y la organización está orientada en gran medida al pasado y al presente. A medida que el futuro se despliega y se materializa en el presente, la teorización sigue siendo reactiva. Pero en lugar de apreciar la presciencia teórica, que es «el proceso de discernir o anticipar lo que necesitamos saber y, lo que es igualmente importante, de influir en el marco intelectual y el diálogo sobre lo que necesitamos saber» (Corley y Gioia, 2011, p. 13; véase también Kuhn, 1962), el pensamiento orientado al futuro se descarta con demasiada frecuencia como «preciencia‘ en el sentido de no ser científico. Al mismo tiempo, muchos estudiosos de la gestión y la organización aspiran a ampliar su papel tradicional de teorizar sobre la sociedad hacia un papel que les permita tener un impacto en la sociedad (Gümüsay, 2023Wickert et al., 2021). Como parte de esta ambición emergente, la «buena teoría» proporciona «uno de los medios más poderosos que tenemos para ayudar a los sistemas sociales a evolucionar, adaptarse y alterar sus patrones a lo largo del tiempo» (Cooperrider, 2021, p. 79). Relativamente pocos trabajos han explorado las implicaciones de un proceso de teorización centrado en el futuro (Reinecke et al., 2022). Desde nuestro punto de vista, el objetivo no es permitir mejores predicciones o pronósticos de un futuro probable, sino utilizar nuestra teorización para cultivar la creación de futuros deseables imaginando, o ayudando a otros a imaginarlos en primer lugar.
Esta teorización prospectiva, tal como se define aquí, no solo permite a las partes interesadas prepararse para dichos futuros, sino que también abarca su potencial performativo (Ghoshal, 2005Gond et al., 2016), haciendo que los futuros deseables sean más probables o factibles al teorizarlos. Nos unimos a un grupo emergente de académicos que reclaman alternativas a las formas convencionales de teorización basadas en la prospección (Cooperrider, 2021Laszlo, 2021Muñoz y Dimov, 2023), desarrollando una orientación a la investigación orientada hacia el futuro (Gergen, 2015Gümüsay y Reinecke, 2022) y la «erudición generativa» (Pavez et al., 2021). En este artículo, ampliamos y elaboramos esta convocatoria de tres maneras.
En primer lugar, especificamos los dos cambios centrales que vemos implicados en esta teorización generativa y prospectiva: hacia la imaginación y hacia los valores. Combinados, fomentan el doble salto que, argumentamos, impulsa la teorización prospectiva hacia la imaginación de futuros deseables. Al abogar por un cambio en la orientación onto-epistemológica general de la proyección a la imaginación, alentamos a que la teorización se extienda más allá de la extrapolación del pasado y, en cambio, imagine una ruptura con él. Y al abogar por un cambio en nuestra orientación axiológica de una teorización neutral en valores a una teorización guiada por valores, la teorización prospectiva se ancla en los valores. Combinando las dos orientaciones, presentamos en primer lugar cuatro modos generales de teorización: futuros fácticos proyectados, futuros imaginados (contra)fácticosfuturos deseables proyectados y futuros deseables imaginados.
En segundo lugar, para ayudar a extender nuestra teorización a lo largo de estos ejes, desarrollamos un marco para las prácticas de teorización prospectiva como caminos para imaginar futuros deseables. Específicamente, consideramos cómo estos cambios hacia la imaginación y los valores podrían lograrse a lo largo de las dimensiones de entrada, rendimiento y salida de la teorización. Si bien nuestro marco deja mucho margen para el refinamiento, esperamos al menos ofrecer una base sobre cómo participar en la teorización prospectiva de manera disciplinada, sistemática y matizada.
En tercer lugar, si bien teorizar sobre el futuro más allá de los enfoques tradicionales de pronóstico puede parecer un esfuerzo especulativo, argumentamos que también puede ser riguroso a su manera. Por lo tanto, desarrollamos el concepto de «rigor especulativo» (Gümüsay y Reinecke, 2022) y proponemos cuatro criterios epistémicos para juzgar la calidad de la teorización prospectiva: potencia generativa, transparencia del proceso, deseabilidad plausible y plausibilidad especulativa.
Al desarrollar un marco para la teorización prospectiva y ofrecer criterios para evaluar su rigor especulativo, buscamos abrir nuevas vías de desarrollo teórico con visión de futuro que no estén limitadas por la camisa de fuerza del pasado. Al renovar nuestra construcción teórica para que coincida con la ambición de una investigación impactante y comprometida, esperamos que nuestro artículo ayude a fomentar un alejamiento del terreno «seguro» de teorizar a partir de hechos y observaciones del pasado y el presente, y hacia el desarrollo de nuevas herramientas y enfoques que nos permitan teorizar lo que (todavía) no existe. Nuestro objetivo es ofrecer vislumbres prometedores de un futuro potencial para nuestro campo.

Teorización prospectiva

Dado que es probable que el futuro sea radicalmente diferente del presente, los estudiosos de las ciencias sociales han comenzado a cuestionar la utilidad de una «tradición de investigación que intenta reflejar un estado estable de cosas» en un mundo de «fluctuaciones impredecibles» (Gergen, 2015, p. 297). Hace algunos años, De Jouvenel (1967, p. 10) ya señalaba que «la validez futura de nuestro conocimiento se vuelve cada vez más dudosa a medida que el estado de ánimo de la sociedad se inclina hacia el cambio». Para hacer realidad nuestras ambiciones de que la teoría sea impactante, la teorización tiene que lidiar con un futuro que es diferente del presente. Aquí, un grupo emergente de académicos ha comenzado a «desafiar la estructura básica de la indagación» (Gergen, 2015, p. 290) y a pedir la adopción de la prospección, «la representación mental y la evaluación de futuros posibles» (Laszlo, 2021, p. 19; véase también Cooperrider, 2021Muñoz y Dimov, 2023) – como base para desarrollar una orientación de la investigación orientada a la formación de futuro (Gergen, 2015) o a la «erudición generativa» (Pavez et al., 2021).
Estos estudiosos se basan en un consenso emergente en psicología cognitiva (Seligman et al., 2016), reflejado también en la sociología (Beckert, 2021Emirbayer y Mische, 1998), que el comportamiento humano no es una función de patrones, eventos y procesos pasados, sino que está igualmente moldeado por imágenes prospectivas del futuro. Al revisar la evolución de la prospección, Laszlo (2021, p. 19) destaca que la prospección sirve como un importante impulsor del comportamiento humano, motivándonos a buscar realizar imágenes prospectivas consideradas deseables y evitar aquellas consideradas indeseables. La función de la prospección en el proceso de construcción de la teoría es similar a la de imaginar un futuro emergente e inspirar su realización. Por lo tanto, la teorización prospectiva prevé la co-creación de futuros no mediante el desarrollo de intervenciones prescriptivas basadas en un enfoque «positivista», que ha sido criticado por basarse en el razonamiento instrumental (Horner et al., 2024), sino mediante el fomento de la capacidad imaginativa sobre lo que podría ser el futuro. Por lo tanto, en trabajos anteriores (Gümüsay y Reinecke, 2022), también hemos sugerido que dicha teorización orientada al futuro debería preocuparse por los «futuros deseables«, o lo que Gergen (2015, p. 287) denominó «exploración basada en el valor de lo que [el futuro] podría ser». Sobre esta base, Pavez et al. (2021) propusieron cinco pilares: inspirar, descubrir, visualizar, activar y saborear, de cómo la imaginación colectiva de ese «futuro deseado» puede conducir a su promulgación consciente mediante procesos inspiradores de experimentación y aprendizaje colectivos. Este enfoque particular en la prospección concuerda, creemos, con los recientes llamados a teorizar la construcción social del futuro en los estudios de organización y gestión (Wenzel et al., 2020) y ampliar qué es la teorización y cómo se practica (Cornelissen et al., 2021Reinecke et al., 2022).
Al reunir la orientación hacia el futuro, la exploración basada en valores y la teorización, la forma de teorización prospectiva que proponemos aquí -y que desarrollamos con más detalle a continuación- desafía la naturaleza y los objetivos de la tradición más tradicional y predominantemente positivista-empirista de la teoría de la administración y la organización en al menos tres formas interrelacionadas: es pragmatista en su orientación hacia el conocimiento y la verdad, preparatoria en su énfasis en la potencialidad y prefigurativa en su ambición de hacer surgir el futuro que imagina.
En primer lugar, la teorización prospectiva, tal como la definimos aquí, se alinea con la filosofía pragmatista (Dewey, 1998Peirce, 1998) y su adopción en la teoría de la organización (Farjoun et al., 2015Lorino, 2018Wicks y Freeman, 1998). No busca la verdad como una propiedad fija y objetiva de creencias o proposiciones, sino que se ocupa de las consecuencias prácticas de la teorización y su utilidad para resolver problemas y lograr los resultados deseados. Para los pragmáticos, la verdad es un concepto dinámico y contingente moldeado por las consecuencias prácticas de las creencias y acciones en un contexto particular. Al reformular la ciencia como una técnica para hacer frente a un mundo complejo e incierto, la pregunta que plantea el pragmatismo ya no es si las teorías representan con precisión la realidad, sino si «ayudan a los humanos a encontrar su lugar en un mundo agitado, complejo y, a menudo, peligroso» (Farjoun et al., 2015, p. 1789; véase también Wicks y Freeman, 1998). El pragmatismo nos ayuda a considerar y construir la teoría no como «una expresión atemporal de la verdad», sino como una perspectiva más o menos útil para «comprender cómo los seres humanos podrían desarrollar colectivamente formas inteligentes pero democráticas de organizarse frente a la complejidad y la incertidumbre» (Farjoun et al., 2015, p. 1789).
En segundo lugar, la teorización prospectiva no consiste en predecir, sino en prepararse para futuros diversos. Esta premisa amplía la idea de la filosofía pragmatista de que la ciencia es «una técnica más (aunque muy útil y poderosa) para hacer frente al mundo» (Wicks y Freeman, 1998, p. 126), anticipando lo que a su vez puede preparar a las personas para tales posibilidades futuras. El supuesto rector aquí es que requerimos contemplar a priori alternativas al paradigma dominante. Esta teorización preparatoria es especialmente importante cuando los desafíos a los que nos enfrentamos como académicos y seres humanos «se caracterizan cada vez más frecuentemente por [un] complejidad emergente» (Scharmer y Kaeufer, 2010, p. 21). El cambio climático es un buen ejemplo de esta complejidad. Si bien los desafíos complicados pueden abordarse de manera bastante lineal, el cambio climático es complejo y tiene muchas partes cambiantes interconectadas. Por lo tanto, debemos estar preparados para eventualidades que ni siquiera pueden concebirse como posibles en las condiciones actuales, pero que son imaginables y plausibles en otras.
En tercer lugar, la teorización prospectiva consiste en cambiar el futuro a través de la prefiguración de futuros deseables. Al igual que la organización prefigurativa, que implica generar una realidad futura deseada a través de su práctica en el presente (Reinecke, 2018Schiller-Merkens, 2022), la teorización puede ser prefigurativa al producir una realidad futura deseada a través de la teorización en el presente. Mientras que los estudiosos tienden a reproducir el statu quo cuando teorizan desde el pasado, la teorización prospectiva activa «el potencial de la ciencia para dar forma a los sistemas de significado de la sociedad y, por lo tanto, a [sus] actividades comunes» (Gergen, 1978, p. 1349). Como señala de manera similar Cooperrider (2021, p. 4), «la tarea principal de la construcción de la teoría sería la de anticipar y proyectar posibilidades de mejora». De esta manera, la teorización prospectiva evoca una posible realidad futura. En lugar de ser reactivo para representar la realidad pasada, es proactivo en la co-creación de una futura. Pone en primer plano la agencia a medida que pasa de teorizar las presiones existentes a presionar las teorizaciones existentes. Este cambio, a su vez, promueve el potencial (re)generativo de la teorización al desafiar el statu quo y generar alternativas en el futuro. Tal prefiguración en la teorización resuena con las nociones de «erudición comprometida» en la que los científicos sociales y los profesionales co-crean la realidad social (Van de Ven, 2007), pero la sintoniza hacia un futuro imaginado colectivamente. A medida que se imaginan alternativas, se alteran realidades: «El objetivo de la investigación no sería iluminar lo que es, sino crear lo que ha de llegar a ser. Aquí radica la esencia de una orientación formadora de futuro a la investigación» (Gergen, 2015, p. 294).
Los estudiosos de la performatividad han reconocido desde hace mucho tiempo que a través del acto de teorizar la realidad, los estudiosos efectivamente co-crean esa realidad, aunque no sea intencionadamente (Ghoshal, 2005Giddens, 1984). Pero en lugar de explicar (y dar forma involuntariamente) al presente, la teorización prospectiva busca teorizar (e intencionalmente moldear) el futuro. La idea de que la teoría de la administración y la organización podría estar preocupada por dar forma intencionalmente a los sistemas sociales también resuena con la teoría del diseño de Herbert Simon. En The Sciences of the Artificial (1996, p. xii) argumentó que las ciencias sociales, como los estudios de organización, se ocupan «no de cómo son las cosas, sino de cómo podrían ser» y «de cómo deberían ser las cosas» (Simon, 1996, p. 5). Su actividad principal de diseño es «el acto de imaginar posibilidades y elaborarlas» (Simon, 1996, p. 164). De manera similar, la teorización prospectiva ayuda a que la erudición se centre en la «creación del mundo» y la «formación del futuro», ya que «reemplazamos la mirada cautivadora sobre el mundo tal como es con exploraciones basadas en el valor de lo que podría ser» (Gergen, 2015, p. 287). Este trabajo imaginativo produce nuevas opciones reales (Cork et al., 2023). Laszlo (2021, p. 30) señala de manera similar: «Los académicos tienen un papel importante que desempeñar en esta aventura, no solo en el estudio de tales fenómenos sociales ex post facto, sino también en la teorización sobre futuros posibles de manera que ayuden a crear estos movimientos».
Las consideraciones anteriores -priorizar la utilidad práctica sobre la verdad objetiva, prepararse para las potencialidades sobre la predicción de la realidad y la performatividad sobre la representación- sugieren que la teorización prospectiva implica una desviación bastante radical de las orientaciones empiristas tradicionales hacia la construcción de teorías, un cambio de paradigma metateórico en el sentido kuhniano (1962). Una vez que abandonamos el requisito de que nuestras teorías son válidas en la medida en que reflejan la realidad empírica tal como existe a través de modelos científicos, podemos adoptar enfoques teorizantes más diversos, imaginativos y orientados a la acción que buscan co-crear conscientemente una realidad empírica futura.

Un doble salto hacia el futuro

Hasta ahora, hemos argumentado que la teorización prospectiva implica un alejamiento de los enfoques empiristas positivos tradicionales. En esta sección, desarrollamos un marco que conceptualiza los movimientos a través de los cuales se puede lograr esta salida. Seguimos a Cornelissen et al. (2021) en el uso del verbo «teorizar» en lugar de «teoría». La teoría ha sido definida como «un enunciado de relaciones entre conceptos dentro de un conjunto de supuestos y restricciones límite» (Bacharach, 1989, p. 496). Por el contrario, la teorización enfatiza una práctica pluralista o, en términos generales, «el trabajo académico que los investigadores realizan en busca de hacer afirmaciones de conocimiento informado» (Cornelissen et al., 2021, p. 3). Todas las formas de teorización implican hacer una inferencia o «salto conceptual» del fenómeno al concepto teórico (Cornelissen et al., 2021Klag y Langley, 2013). Por lo general, esto se entiende como la abstracción de un evento, hecho o proceso observado en particular a una conceptualización más general del mismo. Aquí, argumentamos a favor de un salto conceptual de un tipo diferente, un salto conceptual hacia el futuro. Este salto es muy necesario, ya que no podemos asumir que nuestra sociedad futura se parecerá al presente o que el conocimiento que hemos construido sobre ella seguirá siendo válido. A partir de diferentes enfoques de la prospección (Laszlo, 2021) y de la normatividad en la construcción de teorías (Wicks y Freeman, 1998), proponemos que el salto prospectivo hacia el futuro puede concebirse a lo largo de dos ejes (véase la Figura 1). Si bien es necesario un doble salto a lo largo de ambos ejes, como argumentaremos, para aprovechar plenamente el potencial de la teorización prospectiva impulsada por valores, hay valor analítico en considerarlos primero por separado.

Figura 1. Modos de teorizar los futuros.

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Orientaciones onto-epistemológicas y axiológicas

La teorización prospectiva implica un doble salto en nuestra orientación onto-epistemológica y axiológica a la teorización. La orientación onto-epistemológica tiene que ver con la (des)continuidad espacio-temporal que tenemos en cuenta en nuestra teorización, mientras que la orientación axiológica tiene que ver con cómo está anclada en los valores y la normatividad. Los dos ejes no son binarios y distintos, sino continuos y superpuestos.
A lo largo de la orientación onto-epistemológica, la teorización prospectiva fomenta un salto de la proyección a la imaginación. La proyección extrapola del pasado y el presente al futuro (Lord et al., 2015). La ontología del futuro se concibe aquí como una extensión del presente, y se planifica a través de la predicción, la modelización y la predicción. La proyección tiende a ser la forma dominante de conceptualizar el futuro, extrapolando hacia lo que es probable que suceda en función del pensamiento y la acción actuales a través del «procesamiento de señales débiles, la planificación, la previsión afectiva y la simulación basada en lo que se sabe hoy» (Laszlo, 2021, p. 25). El pensamiento económico en la estrategia también evoluciona en torno a una planificación cuidadosa de lo que es probable que suceda en condiciones de incertidumbre; Los actores estratégicos extrapolan el presente o el pasado como base para proyectar el sentido hacia un futuro incierto (Kaplan y Orlikowski, 2013). Sin embargo, como proyección futura, la ontología del futuro es la misma que la ontología del presente. Tal congruencia ontológica sirve como suposición básica en muchos modelos financieros y contables. Por ejemplo, el método de valoración de flujos de efectivo descontados determina el valor presente de los flujos de efectivo futuros descontando el futuro como si fuera una extensión lineal del presente.
Un salto hacia la imaginación, por el contrario, interpreta el futuro como en menor o mayor medida discontinuo y diferente del presente; el futuro «presenta una discontinuidad con la realidad presente y no se basa en la experiencia presente» (Augustine et al., 2019, p. 1931). Aquí la idea es que, como los futuros no pueden ser captados completamente por las proyecciones del presente o del pasado hacia el futuro, se requiere la producción de imaginarios. La imaginación es la facultad de formar nuevas ideas, imágenes o conceptos de objetos externos que no están presentes a los sentidos ni que se realizan en el presente. Mientras que las proyecciones imaginan el futuro como el presente extendido (Nowotny, 1985, p. 15), aquí reservamos el término imaginación para los saltos hacia adelante que rompen con la orientación onto-epistemológica del presente. Tal ruptura imaginativa, cuando se le da el espacio, puede contrarrestar «los rechazos tempranos de tales intervenciones [audaces y sistémicas] basadas en juicios de viabilidad históricamente fundamentados» (Grimes y Vogus, 2021, p. 1). Concebida de esta manera, y en contraste con la proyección, la imaginación amplía el potencial futuro hacia lo que es plausible, posible e incluso absurdo. Supone pensar en posibilidades, no solo para los profesionales (Grimes y Vogus, 2021) sino también para los académicos. Por lo tanto, la imaginación incluye no sólo futuros improbables, sino también (aparentemente) imposibles, por dos razones. En primer lugar, incluso lo que consideramos un futuro imposible puede ocurrir debido a un juicio erróneo de nuestra parte. En segundo lugar, incluso si este futuro nunca ocurriera, la teorización puede ser útil para reflexionar sobre lo que no sucederá, no podría o no debería suceder.
El segundo salto implica un cambio de afirmaciones neutrales en cuanto a valores a afirmaciones guiadas por valores a lo largo de la orientación axiológica. La cuestión de si las ciencias sociales pueden y deben ser neutrales en cuanto a los valores es un tema de debate en curso. La mitad superior de la Figura 1 refleja la tradición positivista y más dominante de neutralidad de valores en las ciencias sociales; Esto sostiene que los científicos sociales deben esforzarse por lograr la objetividad y la neutralidad de valores en su análisis de los fenómenos sociales. Filósofos positivistas como Auguste Comte y Emile Durkheim creían que los fenómenos sociales debían seguir el modelo de las ciencias naturales para avanzar en la búsqueda «objetiva» del conocimiento. Otros han argumentado que la neutralidad completa de los valores no sólo es imposible, sino que tal vez incluso sea indeseable en las ciencias sociales. Estudiosos interpretivistas como Max Weber y Clifford Geertz han enfatizado la importancia de comprender los fenómenos sociales desde adentro, a través de marcos interpretativos y contextos culturales. Sostienen que la investigación social está inherentemente moldeada por los valores y supuestos de los propios investigadores y los contextos en los que operan. Reconocer y abordar estos valores se considera, a su vez, esencial para comprender las complejidades del comportamiento humano y de la sociedad.
Incluso si los teóricos de la organización interpretivista podrían rechazar la posibilidad de un «análisis imparcial» en favor de una cierta reflexividad sobre los valores, ha habido una tendencia a incorporar supuestos positivistas de neutralidad, transferibilidad y generalización en gran parte de la investigación organizacional. Reflejando «la remodelación cuantitativa de la investigación cualitativa», incluso los estilos de teorización organizacional de tendencia más interpretivista a menudo terminan centrándose en la abstracción de modelos y conceptos transferibles desprovistos de normatividad (Cornelissen, 2017, p. 379). Por lo tanto, si bien asumimos que toda construcción de teorías se basa inherentemente en ciertos supuestos normativos, la teorización prospectiva de valores neutrales, como una posible orientación axiológica, (cl) tiene como objetivo ser lo más neutral posible en cuanto a valores.
Por el contrario, el extremo del eje basado en valores se alinea con una tradición en las ciencias sociales que sostiene que la teoría no solo debe describir la sociedad, sino también «proporcionar espacio para la ética» (Wicks y Freeman, 1998, p. 123). Se cree que los científicos sociales tienen la responsabilidad de considerar las implicaciones éticas y morales y comprometerse con los valores explícitamente para contribuir a las discusiones sobre la justicia socioecológica, la igualdad y el bienestar humano. Este punto de vista está históricamente arraigado en la teoría crítica. Teóricos críticos como Theodor Adorno, Max Horkheimer y Jürgen Habermas enfatizaron la necesidad de analizar las estructuras de poder, las desigualdades sociales y los sesgos ideológicos. Las teóricas feministas, como Judith Butler, Nancy Fraser y J. K. Gibson-Graham, han argumentado de manera similar que las ciencias sociales deberían reconocer la influencia del género, el poder y las relaciones sociales en la configuración del conocimiento. Enfatizan la importancia de incorporar valores, perspectivas y críticas feministas para desafiar los prejuicios tradicionales y promover la igualdad de género. Estudiosos poscoloniales como Homi Bhabha, Edward Said y Gayatri Chakravorty Spivak han hecho afirmaciones similares, argumentando que los valores occidentales han dado forma a la producción de conocimiento. Por lo tanto, los académicos deben incorporar perspectivas y valores no occidentales para desafiar los puntos de vista centrados en Occidente.
La posibilidad de tal teorización basada en valores, concebida en sentido amplio, invita a una teorización prospectiva sobre modos alternativos de organizar nuestro futuro, y nos confronta con preguntas inherentemente normativas y guiadas por valores. Hacer más explícita la cuestión de la normatividad abre oportunidades para una mayor reflexividad sobre qué supuestos normativamente valorados dominan la teoría y cómo nuestras teorías podrían cambiar si consideramos valores que pueden (todavía) no ser prevalentes. Esta forma de teorización prospectiva basada en valores podría, a su vez, ayudarnos a cuestionar supuestos básicos como la competencia, el beneficio o el crecimiento y a imaginar un cambio en el enfoque y el propósito de la erudición y la organización hacia, por ejemplo, el florecimiento humano y la regeneración de la naturaleza. La prospección basada en valores podría dar lugar a una teorización prospectiva sobre una economía post-crecimiento, procomún o solidaria, y a una transición de modelos de negocio nocivos como la moda rápida, la agricultura industrial y el complejo militar-industrial hacia el enfoque en la biodiversidad, la regeneración de los ecosistemas, el florecimiento humano, el cuidado y la compasión. La (re)orientación hacia los valores puede ayudar a liberar a los futuros estudios para imaginar entornos sin propiedad de la empresa, sin un enfoque en el crecimiento o sin jerarquías, imaginando en su lugar sistemas compartidos, estrategias de decrecimiento y heterarquías a gran escala. En resumen, el eje de valores hace explícitas las distinciones básicas entre las intenciones de perseguir valores neutrales y la teorización normativa guiada por valores.

Cuatro modos de teorizar el futuro

Los dos ejes que describen las orientaciones onto-epistemológicas y axiológicas apuntan conjuntamente a cuatro modos de teorizar el futuro. Argumentamos que un doble salto a lo largo de ambos ejes, hacia el modo 4, es la mayor promesa para realizar el potencial de la teorización prospectiva. Al mismo tiempo, los modos 1 a 3 todavía pueden proporcionar puntos de partida útiles para la teorización prospectiva, aunque de diferentes maneras.
La teorización del Modo 1, basada en futuros fácticos proyectados, utiliza estados futuros inferidos en nuestra teorización que extienden el presente hacia adelante. Basado en el tipo de razonamiento «si entonces», extrapola los hechos presentes y los proyecta hacia el futuro. Tales extrapolaciones no limitan las proyecciones a pronosticar un solo futuro, sino que pueden considerar múltiples proyecciones posibles. Como ilustran los cinco escenarios climáticos del IPCC, esta forma de teorizar puede proyectar posibles evoluciones del clima en función de las diferentes trayectorias de emisión de gases de efecto invernadero y sus implicaciones para las sociedades humanas. Si el CO global2 las emisiones se reducen a cero neto alrededor de 2050, entonces se puede alcanzar el escenario más optimista del IPCC de mantener el calentamiento global en alrededor de 1,5 grados centígrados. Por el contrario, si el crecimiento económico se alimenta aún más por la explotación de combustibles fósiles y los estilos de vida intensivos en energía, se proyecta un calentamiento apocalíptico de 4,4 °C. La teorización prospectiva podría basarse de manera análoga en estas diferentes vías para proyectar diferentes modelos de organización asociados a cada vía, como el crecimiento verde y las estrategias de cero emisiones netas. Esto podría tomar la forma de teorización basada en escenarios y una proyección retrospectiva de estos futuros proyectados, trabajando hacia atrás desde un escenario particular para identificar políticas y programas. Por ejemplo, ¿cómo afectarían las diferentes vías climáticas a la organización de manera diferente, incluido el comportamiento de las personas y las instituciones?
La teorización del Modo 2, basada en futuros imaginarios (contra)factuales, trata sobre construcciones futuras de una posible realidad imaginada en la intersección de eventos reales (fácticos) e imaginarios (contrafácticos) (Seelos y Mair, 2014Todorova, 2015). Tales construcciones se basan en una forma de teorización basada en la imaginación sin hacer afirmaciones normativas, al tiempo que suspenden las restricciones metodológicas de seguir el presente empírico. Los futuros contrafácticos, por ejemplo, exigen explícitamente la discontinuidad del presente porque imaginan las consecuencias para el futuro si algo no hubiera sucedido (‘si no hubiera sucedido’). Sin embargo, al igual que el modo 1, su orientación axiológica se inclina hacia afirmaciones fácticas y neutrales en cuanto a valores. El pensamiento contrafáctico se refiere más ampliamente al proceso mental de imaginar resultados o eventos alternativos que difieren, por lo general, de lo que realmente ocurrió en el pasado (Cornelissen y Durand, 2014). De manera similar a cómo un relato alternativo de nuestra historia humana puede liberarse de una visión determinista de la civilización y ayudar a imaginar alternativas plausibles (Graeber y Wengrow, 2022), revisar mentalmente la historia y contemplar escenarios que podrían haber ocurrido con diferentes elecciones, acciones o circunstancias nos impulsa a alejarnos de las suposiciones que se dan por sentadas sobre la naturaleza de las capacidades humanas y los principios organizacionales. El pensamiento contrafactual de este tipo permite explorar los factores causales y las consecuencias de diferentes caminos y trayectorias que no se tomaron, lo que ayuda a comprender la influencia de eventos o variables específicas en resultados alternativos. Tales futuros contrafácticos pueden proporcionar ideas teóricas basadas en imaginar y sondear escenarios alternativos, y a menudo sin tener que (ya) validar tales ideas.
La teorización del Modo 3, basada en futuros deseables proyectados, extiende los estados deseables hacia adelante desde el presente. Si bien están arraigadas en el presente, estas proyecciones se basan simultáneamente en una orientación axiológica normativa y basada en valores. Hacen preguntas de «qué pasaría si» para proyectar específicamente modelos organizativos deseables. Aquí, la teorización puede basarse en formas alternativas de organización existentes que ya se manifiestan en experimentos organizativos a pequeña escala en los márgenes de la sociedad, como un colectivo de vida feminista o una ecoaldea. Tales experimentos son reales y existen en el presente, pero son utópicos en la medida en que no se desarrollan plenamente a nivel social más amplio. Por ejemplo, una de las características definitorias del movimiento Occupy fue el establecimiento de campamentos de protesta en espacios públicos, como Zuccotti Park en la ciudad de Nueva York o St Paul’s en Londres. Estos campamentos operaban bajo principios de toma de decisiones horizontales, democracia directa y vida comunitaria que reflejaban su visión de una sociedad más equitativa y participativa (Reinecke, 2018). Si bien están espacialmente limitados, podemos teorizar su potencial prefigurativo. Los académicos pueden estudiar el microcosmos de las sociedades futuras imaginadas en el momento presente y analizar los valores, las relaciones y las consecuencias, como la forma en que se desarrolla la toma de decisiones en ausencia de estructuras formales de poder jerárquico.
La teorización del Modo 4, basada en futuros deseables imaginados, es la forma más ambiciosa y radical de teorización prospectiva, ya que implica un doble salto hacia la teorización guiada por la imaginación y la teorización basada en valores fuertes. Se aleja tanto de las formas proyectivas de teorizar el futuro como del paradigma más dominante de valores neutrales. Es imaginativa y declaradamente utópica, ya que busca teorizar explícitamente futuros deseables basados en fenómenos imaginarios que (todavía) no existen haciendo preguntas del tipo «si tan solo». Por ejemplo, ¿si tan solo existiéramos en una ecotopía a gran escala? Es posible que tal ecotopía nunca se realice, pero sin embargo vale la pena teorizar. Por lo tanto, la teorización prospectiva del modo 4 tiene una doble prospectividad o doble discontinuidad; Rompe con la continuidad de la realidad presente, así como con cualquier sentido de neutralidad de valores.
Estos cuatro modos son tipos ideales basados en distinciones analíticas que ayudan a organizar nuestro pensamiento y especifican cómo la imaginación y los valores animan formas prospectivas de teorización. Además, esto dirige nuestra atención hacia la(s) intersección(es) entre los ejes onto-epistemológico y axiológico, como guía para el progreso teórico y las contribuciones. A continuación, aprovechamos nuestro marco para identificar múltiples vías para realizar los cambios en uno o ambos ejes hacia diversas formas de teorización prospectiva.

Teorizando prácticas para el doble salto hacia el futuro

Para permitir los dos cambios hacia la imaginación y los valores en la teorización de futuros deseables, exploramos prácticas teorizantes específicas a lo largo de tres dimensiones: entrada, rendimiento y salida de la teorización. El objetivo es fomentar una forma de investigación prospectiva que sea pragmatista, preparatoria y prefigurativa. La Tabla 1 ofrece una visión general. Si bien los dos desplazamientos hacia la imaginación y los valores están estrechamente interrelacionados y es probable que las prácticas teorizantes asociadas se superpongan en realidad, sugerimos concebirlas como tipos ideales que acentúan ciertas características.
Tabla 1. Teorizar las prácticas para el doble salto.
Salto 1: Giro hacia la imaginación Salto 2: Giro hacia los valores
Entrada de la teorización (también conocida como recopilación de datos) Formas imaginatorias de los datos
Imaginación deliberativa y situada
Datos
basados en valores Deliberativo, con propósito, co-creado
Rendimiento de la teorización (también conocido como análisis de datos) Experimentos mentales
(pensamiento en sentido amplio de «qué pasaría si…», incluidos los futuros contrafácticos)
Extrapolación de
valores (por ejemplo, cambio en la variable dependiente)
Resultado de la teorización (también conocido como modelo o marco teórico) Imágenes, metáforas, narrativas y analogías que inspiran la imaginación abierta Abstracciones intencionales que hacen visibles supuestos y postulados normativos

ABRIR EN EL VISOR

En primer lugar, dado que los procesos de teorización y recolección de datos a menudo están inherentemente entrelazados, sugerimos repensar las entradas de la teorización, lo cual es similar a la recopilación de datos en la teorización estándar. De manera similar, la teorización prospectiva sugiere reimaginar qué son los datos y cómo se recopilan. Como forma de teorizar, comienza con la especificación del objetivo para teorizar; Esto podría ser problemas concretos y contemporáneos en el mundo como la descarbonización de una industria específica o la reducción de la desigualdad económica en una cadena de suministro, independientemente de que estos escenarios ya existan en el mundo. De manera similar a Simon, quien argumentó que «el corazón del problema de los datos para el diseño no es la predicción, sino la construcción de escenarios alternativos para el futuro» (Simon, 1996, p. 148), argumentamos que los datos para la teorización prospectiva no son necesariamente sobre el mundo «tal como es», sino sobre cómo podría ser. Este anclaje también puede estimular la creatividad en aquello sobre lo que teorizamos, ya que crea la posibilidad de abordar nuevos enunciados de problemas que impulsan el proceso de teorización. En la teorización tradicional, los problemas planteados por los teóricos de la organización están determinados en gran medida por la disponibilidad de datos empíricos y herramientas metodológicas para responder a estos problemas. Como resultado, los teóricos de la organización tienden a abordar problemas tratables en lugar de necesariamente «relevantes» (Weick, 1989); Es probable que se ignoren o se deseleccionen aquellos problemas que requieren soluciones más urgentes pero que carecen de datos empíricos.
Para el cambio hacia la imaginación, los académicos podrían considerar efectivamente formas imaginatorias de datos, por ejemplo, centrándose en instancias deliberativas de cómo podrían resolverse los problemas del mundo real. Esto podría implicar un trabajo interdisciplinario en la intersección entre la ciencia y la ficción (Mikes & New, 2023Negarestani, 2008Robinson, 2021Savage et al., 2018) y aceptando no solo los datos que son, sino también los datos que no son (todavía). Considerar el desafío de teorizar el objetivo de la COP28 de «alejarse» de los combustibles fósiles, lo que ilustra las limitaciones de teorizar a partir de los datos existentes; No solo no existe una sociedad libre de combustibles fósiles que pueda ser estudiada, sino que los bloqueos de carbono existentes limitan nuestra capacidad de siquiera imaginar un futuro verdaderamente descarbonizado. Esta restricción de datos (en el sentido tradicional) pone de relieve la importancia de teorizar visiones deseables de un futuro aún no existente mediante la co-creación de imaginarios (Augustine et al., 2019).
En lugar de limitarnos a los datos tradicionales y a los entornos de investigación, podríamos aventurarnos en nuevos «sitios de investigación» donde el poder de la imaginación ocupa un lugar central, como los espacios deliberativos para un mayor debate público sobre futuros potenciales. En estos sitios, denominados «sitios de hiperproyectividad» por Mische (2014, p. 437), los actores participan en la deliberación proyectiva, un proceso de imaginar y elaborar futuros posibles en colaboración. El trabajo de Mische examinando las proyecciones futuras en la Cumbre de los Pueblos y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible ilustra la utilidad de acceder a narrativas orientadas al futuro como catalizadores basados en datos para el aprendizaje reflexivo y la reformulación imaginativa.
Podríamos crear deliberadamente estos sitios de hiperproyectividad, ampliando nuestro conjunto de herramientas metodológicas para crear diferentes tipos de espacios para la imaginación colaborativa o «laboratorios del futuro» para fomentar experimentos mentales y pensamientos utópicos centrados en problemas específicos y desafíos socioeconómicos o ambientales. La creación de estos laboratorios podría tomar prestado de futuros estudiosos que hayan desarrollado ejercicios de imaginación basados en la ciencia ficción. Finn y Wylie (2021) experimentaron con métodos imaginativos como los «hackathons narrativos» que invitaron a diversos participantes, como escritores de ciencia ficción y científicos sociales y naturales, a imaginar cómo la crisis climática dará forma a nuestro futuro. Este proceso colaborativo e imaginativo buscó aprovechar la imaginación intersubjetiva de los participantes de manera que los inspirara a ir más allá de los marcos disciplinarios o profesionales para explorar diferentes formas de conocimiento, experiencia y posibilidad de romper con las concepciones establecidas de cómo podría ser el futuro. La utilidad de estudiar y aprovechar estos sitios radica en la exteriorización de futuros imaginados a través de charlas, textos, expresiones y narrativas de los actores, haciéndolos visibles y empíricamente accesibles. Los datos, en este sentido, podrían incluir narrativas orientadas al futuro, historias ficticias, escenarios o imágenes que emergen de estas interacciones conversacionales, como insumos en el proceso de teorización.
Para el cambio hacia los valores, podemos centrarnos de manera similar en los datos guiados por valores, como en entornos en los que se han abordado problemas y los valores deseables pueden haber sido instanciados en acción, aunque solo sea parcial o imperfectamente, pero hasta cierto punto en que podamos observar de manera transparente cómo ciertos valores se animan, se realizan o se obstaculizan en y a través de formas de organización. Los académicos podrían analizar específicamente las alternativas organizativas que manifiestan ciertos valores como la inclusión, la no jerarquía, la regeneratividad o la descarbonización. Dichos datos también pueden ser deliberativos y co-creados a propósito en entornos empíricos o imaginarios. Un camino empírico hacia el examen de los valores en acción es, como ya se ha mencionado, centrarse en las «utopías reales» y en las formas prefigurativas de organización. A menudo existen en la periferia de la sociedad dominante y demuestran a pequeña escala lo que podría ser posible (Wright, 2010). En las formas prefigurativas de organización, la sociedad o sistema futuro deseado se crea activamente y se encarna en el presente. Algunos ejemplos son una incubadora social digital (Gümüsay y Smets, 2020), las comunidades intencionales (Clarence-Smith y Monticelli, 2022) y el movimiento Occupy (Reinecke, 2018).
Al existir en el presente, este tipo de instancias basadas en datos permiten a los académicos examinar alternativas deseables, incluidos principios posiblemente «utópicos» instanciados en el presente en condiciones del mundo real, y teorizar sobre lo que puede ser necesario o posible para realizar tales utopías a escala. Del mismo modo, estos datos pueden alertar a los académicos sobre las consecuencias no deseadas e indeseables de promulgar ideales utópicos dentro de las limitaciones de la realidad presente (Reinecke, 2018). Los datos aquí ofrecen esencialmente atisbos promisorios de lo que puede ser posible, incluso si la instanciación empírica (actual) no perdura o resulta en un fracaso (una clara ruptura con el enfoque convencional de la teorización tradicional sobre la validez). Centrarse en ejemplos concretos permite a los académicos acceder a los datos empíricos existentes y, al mismo tiempo, generar nuevas ideas e implicaciones para crear organizaciones más sostenibles o equitativas (Wright, 2010). Sobre la base de estas ideas, los académicos pueden identificar diseños institucionales concretos o principios y prácticas de organización normativa que podrían implementar las instituciones deseadas (al tiempo que anticipan o evitan resultados indeseables) en un entorno diferente o a mayor escala.
En segundo lugar, la teorización prospectiva nos invita a reconceptualizar el rendimiento de la teorización, que es similar al análisis de datos en la teorización empírica estándar, pero va más allá de un análisis empírico tan estricto. Para el cambio hacia la imaginación, los experimentos mentales sobre escenarios hipotéticos potencialmente reales o contrafácticos pueden ofrecer una herramienta valiosa para la teorización prospectiva. Aguinis et al. (2023) definen los experimentos mentales como «juicios sobre lo que sucedería si un escenario imaginado fuera real». Un experimento mental es un ejercicio cognitivo o simulación mental en el que los investigadores contemplan un escenario, problema o situación hipotética para explorar y analizar sus implicaciones, sin necesidad de experimentación práctica o pruebas en el mundo real. Al no estar ligados a los datos existentes, permiten la creatividad en el desarrollo conceptual. Reflexionando sobre el poder de los experimentos mentales, Folger y Turillo (1999, p. 752) señalan que «muchos de los mayores avances de la ciencia han procedido de prácticamente ningún dato, o ciertamente de datos muy insuficientes». Pero si bien los experimentos mentales han desempeñado un papel crucial en el progreso de la ciencia, incluidas la física y la psicología (Folger y Turillo, 1999), y se utilizan en muchas humanidades y ciencias sociales para investigar conceptos abstractos o complejos y estimular el pensamiento crítico y creativo, están prácticamente ausentes en la teorización de la gestión (Aguinis et al., 2023).
Con este fin, Kornberger y Mantere (2020) propusieron que los experimentos mentales ofrecen un método filosófico genuino que amplía el conjunto de herramientas conceptuales de la teoría de la organización. El razonamiento basado en modelos mentales en experimentos mentales «ayuda a los teóricos a construir mundos imaginarios para extraer las implicaciones de las nuevas suposiciones» (Folger y Turillo, 1999, p. 745). Por ejemplo, el famoso «problema del tranvía», un escenario hipotético para entender la toma de decisiones en situaciones caracterizadas por dilemas morales, puede arrojar luz sobre el diseño de algoritmos para la conducción autónoma. Del mismo modo, los teóricos de la organización pueden utilizar experimentos mentales para examinar las posibles consecuencias de los cambios imaginarios en los modelos organizativos o de gobernanza. Por ejemplo, pueden estimular escenarios imaginarios que nos permitan explorar los principios organizativos de la economía circular. Al abstraer versiones idealizadas de variables de interés teórico (en este caso, linealidad vs. circularidad), podemos pensar en escenarios imaginarios que se desarrollarían como consecuencias de cambios en dichas variables. Esto nos permitiría pensar de manera disciplinada cómo el diseño de los productos o las cadenas de suministro tendrían que cambiar en consecuencia. O podría permitirnos pensar en las consecuencias de las diferentes opciones de diseño para los mercados de carbono o los sistemas de contabilidad de la naturaleza. ¿Qué pasaría si valoráramos más un árbol vivo (como capital natural) que un árbol muerto (como madera)? ¿Qué pasaría si valoráramos a las empresas en función de su contribución «netamente positiva» a la sociedad (Polman y Winston, 2021) en lugar de los beneficios? Si bien un número creciente de consultorías e iniciativas están desarrollando tales métricas de valoración para la contabilidad del carbono y la medición del impacto social, etc., la teoría de la organización guarda silencio en gran medida sobre la dinámica organizacional de estos métodos de valoración altamente consecuentes. Esta es una oportunidad perdida; Los teóricos de la organización podrían desarrollar teorías prospectivas de diferentes métodos de valoración, convocando a las partes interesadas y ofreciendo una voz crítica en estos debates.
Imaginar escenarios hipotéticos alternativos también está en el centro de los análisis contrafácticos, que son útiles para imaginar una explicación razonablemente diferente a un escenario real (Tsang y Ellsaesser, 2011). Estos análisis pueden ayudar a problematizar los supuestos básicos y los marcos conceptuales (problemáticos), como la devaluación predeterminada del futuro o los marcos temporales cortos en muchos modelos de valoración y ciclos económicos. Cuestionar estas lógicas predeterminadas estimula la reflexividad y puede ayudarnos a ver el potencial para cambiar las lógicas predeterminadas problemáticas.
Para el cambio hacia los valores, los estudiosos podrían participar en la extrapolación de valores, que procede de una consideración consciente de los valores. Los principios normativos pueden ser identificados e incorporados en los modelos de organización. Tales principios normativos de «cómo deberían ser las cosas» no tienen que ver con un imperativo moral sobre lo que uno «debería hacer», sino con la reflexión y la selección de los criterios de un sistema social que busca objetivos, y «la elaboración de artefactos para alcanzar [tales] objetivos» (Simon, 1996, pp. 5, 114). Dicha experimentación normativa puede basarse en la observación de ejemplos positivos pero incompletos en el presente, como las utopías reales, y en la extrapolación de principios normativos más amplios que pueden servir de base para otros sistemas organizativos o modelos de gobernanza. El trabajo pionero de Elinor Ostrom (1990) sobre la gobernanza policéntrica proporciona un ejemplo. Su trabajo se basa en casos existentes de organización comunitaria para gobernar los recursos comunales y superar el dilema de la acción colectiva. Ella y su equipo desarrollaron un conjunto de principios organizativos ideales para la gobernanza policéntrica, una alternativa basada en la comunidad tanto a la regulación jerárquica estatal como a la privatización y a los derechos de propiedad.
Del mismo modo, los académicos podrían replantearse los supuestos normativos que a menudo solo sustentan implícitamente la investigación, como los supuestos que conducen a la devaluación del futuro (por ejemplo, las tasas de descuento), el hecho de no tener en cuenta el valor económico del capital natural (por ejemplo, el suelo) o de los servicios ecosistémicos (por ejemplo, el valor de la polinización de las abejas en las cadenas de suministro de alimentos) o de no calcular el coste de las externalidades (por ejemplo, los costes sanitarios y ambientales de la producción de combustibles fósiles). También podrían cambiar explícitamente el objetivo de la teorización, tal como se operacionaliza en el resultado de un estudio o en la variable dependiente. En lugar de elegir el crecimiento o los rendimientos del mercado de valores como variable dependiente (o «resultado de interés» en la investigación cualitativa), podríamos teorizar prácticas y modelos de negocio que maximicen la conservación de los recursos escasos, la reducción de las emisiones de GEI, el logro del impacto social o la regeneración. En resumen, la inclusión de una consideración consciente de los valores no sólo hace explícitos los supuestos normativos implícitos, sino que también proporciona motivos para cuestionar el razonamiento instrumental incorporado en muchos modelos organizativos.
En tercer lugar, la teorización prospectiva sugiere repensar el resultado de la teorización, que es similar a la creación de modelos teóricos, marcos, conceptos y constructos en formas estándar de teorización. Esta dimensión tiene que ver efectivamente con el desarrollo de modos alternativos de articular y presentar la teoría. En lugar de presentar modelos autorizados y metodológicamente examinados que buscan representar la realidad tal como es o prescribir intervenciones basadas en la teoría, concebimos la teoría como resultados generativos que estimulan la discusión, el debate y el compromiso con relatos imaginativos de lo que podría ser el futuro.
Para el cambio hacia la imaginación, los académicos podrían adoptar la erudición centrada en la imaginación con imaginarios más abiertos, conceptualizaciones y pagarés como imágenes, metáforas, narrativas y analogías, en contraste con los resultados más convencionales, explicativos y factoriales de la teorización (en forma de hipótesis o proposiciones, etc.). El objetivo es estimular y abrir aún más el pensamiento sobre futuros deseables, pasando de reflejar o representar con precisión la realidad a imaginar mejor lo que la realidad podría o debería ser. Por ejemplo, los futuros estudiosos han abogado por la producción de «narrativas imaginativas», que van desde historias hasta representaciones teatrales inmersivas, que involucren las facultades perceptivas de sus audiencias con experiencias viscerales del futuro (Finn y Wylie, 2021). En lugar de proporcionar relatos autorizados, pueden ser deliberadamente guionizados como provocaciones intelectuales que fomentan la capacidad imaginativa e invitan a la participación imaginativa de las audiencias. Estos artefactos pueden utilizarse para fomentar prácticas culturales y sociales del imaginario colectivo, como discusiones y reflexiones compartidas. Del mismo modo, las metáforas (Boxenbaum y Rouleau, 2011Cornelissen, 20052006) puede ser un producto poderosamente generativo de la teorización. Al fusionar los reinos de la experiencia y la imaginación a través de la mezcla conceptual, las metáforas crean innovación semántica de modo que «la imagen y el significado resultantes son creativos» (Cornelissen, 2005, p. 751). En lugar de fijar el significado, las metáforas proporcionan un dispositivo heurístico que estimula la imaginación al «abrir nuevas y múltiples formas de ver, conceptualizar y comprender los fenómenos organizacionales» (Cornelissen, 2005, p. 753). Debido a su potencial generativo, las metáforas estimulan lo que Emirbayer y Mische (1998) llaman la dimensión proyectiva de la agencia: la capacidad de los actores para concebir nuevas realidades y potencialidades.
Para el cambio hacia los valores, los académicos pueden desarrollar abstracciones intencionales que proporcionen herramientas teóricas basadas en valores para mejorar la condición de la humanidad. El pragmatismo (Dewey, 1998Farjoun et al., 2015) y la ciencia del diseño (Simon, 1996van Aken y Romme, 2009) Abogar por la creación de conocimiento que proporcione formas útiles de pensar sobre el mundo, no como afirmaciones causales autorizadas, sino como invitaciones para pensar. El resultado de la teorización prospectiva también puede ser un desafío provocador a los valores implícitos ocultos en los supuestos básicos de las teorías de la organización y la gestión, como lo ilustran los imaginarios decoloniales alternativos de Banerjee y Arjaliès (2021) que desafían los sesgos antropomórficos. Su teorización crítica y reflexiva basada en la «imaginación decolonial» busca «no solo cambiar la conversación sobre la crisis ecológica, sino cambiar los términos mismos de la conversación» (p. 17). Utilizan la teoría poscolonial para deconstruir ideas occidentales como el Antropoceno y Gaia, revelando que son portadoras de legados coloniales y fomentan formas instrumentales y económicas de «tratar» con la naturaleza. Esta imaginación decolonial puede ayudar a reemplazar nociones como acumulación, extracción y competencia, y reemplazarlas con nociones de distribución, regeneración, restauración y cooperación.
Como ejemplos de imaginario prefigurativo y abierto, las metáforas de la economía de la «rosquilla» (Raworth, 2017) o de los límites planetarios (Rockström et al., 2009) ya han estimulado poderosamente la imaginación de futuros deseables (e indeseables). La economía de la rosquilla de Kate Raworth (2017) ilustra un doble movimiento hacia una teorización basada en la imaginación y en valores. La imagen de la rosquilla sirve como marco visual central del modelo económico regenerativo y distributivo propuesto por Raworth. El límite exterior de la rosquilla representa los límites ecológicos del planeta. El límite interior representa la base social, que describe las normas sociales mínimas necesarias para el bienestar humano. El espacio entre el límite ecológico y la base social -la «rosquilla»- es el «espacio seguro y justo para la humanidad». El marco visual busca inspirar formas de imaginar cómo nuestros sistemas económicos deben rediseñarse para operar dentro de este espacio seguro, logrando un equilibrio entre los límites ecológicos del planeta y las necesidades sociales de la humanidad. Es generativo en la medida en que fomenta la teorización a través de experimentos mentales que imaginan «qué pasaría si» cada negocio operara dentro de la rosquilla. Metáforas similares que amplían nuestra lente temporal y espacial al comprometernos con fenómenos socioecológicos y contextos más amplios a lo largo de una perspectiva sistémica que tiene en cuenta las complejidades e interconectividades (Bansal et al., 2018Grewatsch et al., 2021) sería muy beneficioso para nuestro campo académico.
En resumen, si bien todos los procesos de construcción de teorías implican razonamiento imaginativo (Weick, 1989) y supuestos normativos, por lo general se espera que los mitiguemos, si es que reconocemos su presencia. La teorización prospectiva, en cambio, abarca el potencial creativo y generativo de la imaginación y los valores para desarrollar teorías más relevantes, impactantes y con visión de futuro.

Rigor especulativo de la teorización prospectiva

Para llevar a cabo el doble giro hacia los valores y la teorización discontinua, se requiere más imaginación en la teorización. Al mismo tiempo, la imaginación debe equilibrarse con el rigor analítico para permitir a los estudiosos evaluar tanto el proceso como los resultados de la teorización. Por lo tanto, la teorización prospectiva implica un acto de equilibrio entre lograr tanto la especulación como el rigor, o el «rigor especulativo» (Gümüsay y Reinecke, 2022). Etimológicamente, especulación significa tanto reflexión del pasado como conjetura hacia el futuro. El calificativo de rigor sugiere que los estudiosos deben dar cuenta de cómo imaginan tales futuros de una manera sistemática; No todo funciona. Necesitamos establecer criterios de rigor especulativo para guiar el proceso de teorización, legitimar sus productos de conocimiento y ofrecer criterios epistémicos para nuestra teorización que sean análogos a las nociones clásicas. Al tiempo que promueven una visión pluralista e inclusiva de la teorización, Cornelissen et al. (2021, cursiva añadida) argumentan que los investigadores deben hacer una «afirmación cualificada sobre cómo se puede entender o explicar algo en general». Los estudiosos han subrayado anteriormente la importancia del rigor, así como los desafíos y oportunidades para combinar el rigor con la pertinencia (Gulati, 2007). Complementando el debate sobre las posibles compensaciones entre rigor y relevancia, nos centramos en la especulación y su conexión con el rigor. ¿Cómo podemos lograr el rigor especulativo en la teorización prospectiva?
Diferentes comunidades metodológicas han desarrollado su propio canon de criterios (epistémicos). En las ciencias sociales positivistas, el progreso científico es visto como un conocimiento acumulativo basado en una verdad objetiva, por lo que la validez de las teorías se evalúa en base a un conjunto de criterios que priorizan el rigor empírico y el método científico. El enfoque principal está en la capacidad de la teoría para generar predicciones que puedan ser probadas y verificadas empíricamente. En su trabajo clásico sobre la investigación naturalista, Lincoln y Guba (1985) aplicaron este pensamiento a la investigación cualitativa y sugirieron cuatro criterios generales para la confiabilidad del rigor de la investigación cualitativa: credibilidad, transferibilidad, confiabilidad y confirmabilidad. En comparación, tal como se define aquí, la teorización prospectiva implica el desarrollo de nuevas teorías, modelos y pagarés para imaginar fenómenos sociales futuros.
Dada su orientación hacia el futuro, la teorización prospectiva no puede ser simplemente probada y «validada» con datos extraídos de la realidad empírica. Por lo tanto, tenemos que repensar las barandillas y las reglas de la imaginación haciendo de la teorización prospectiva un proceso metodológico transparente cuyos supuestos y axiomas subyacentes puedan ser evaluados y evaluados por la comunidad académica. Adoptando una posición filosófica pragmatista que desafía las nociones positivistas de objetividad y replicabilidad y, en cambio, aboga por un enfoque más pragmático y sensible al contexto para comprender y evaluar las afirmaciones de conocimiento, argumentamos que la teorización prospectiva debe juzgarse en última instancia en función de lo bien que ayuda a las organizaciones y a las personas con posibilidades imaginativas a hacer frente a un futuro complejo e incierto en el presente. En línea con la visión pragmatista de la «verdad» como contingente a su utilidad y relevancia para una situación o problema dado, argumentamos que la teorización prospectiva debe juzgarse particularmente en función de su utilidad intelectual y práctica; esto puede evaluarse a través de su potencia generativa, transparencia, conveniencia y plausibilidad (ver Tabla 2).
Tabla 2. Rigor especulativo del doble salto.
Salto 1: Giro hacia la imaginación Salto 2: Giro hacia los valores
Rigor especulativo Potencia generativa
• Capacidad de la teoría para generar imaginación sobre futuros deseables
• Inspirar nuevas formas de pensar y ver
• Capacidad de la teoría para aflorar la pluralidad de valores
• Generar reflexión sobre la conveniencia
Transparencia de procesos
• Reflexividad y transparencia sobre la naturaleza imaginaria de los datos/insumos para teorizar • Reflexividad y transparencia sobre el supuesto normativo, quiénes participaron y qué voces se consideran
Plausibilidad
Verosimilitud
especulativa• Lógica y coherencia de la argumentación
• Inferencias basadas en el conocimiento científico
Conveniencia plausible
• Valores como los derechos
humanos• Justicia
intergeneracional• Promoción del bien común

ABRIR EN EL VISOR

Potencia generativa

De acuerdo con la filosofía pragmatista, la teorización prospectiva puede evaluarse no por su capacidad de reflejar la realidad, sino por su capacidad para generar ideas que sean útiles para hacer la realidad. Desafiando la noción tradicional de verdad, los pragmáticos argumentan que el significado y el valor de la verdad están determinados por sus consecuencias prácticas y su utilidad para resolver problemas y lograr los resultados deseados. La verdad no es un estado estático, sino más bien un proceso continuo de indagación y revisión, a medida que nuestra comprensión del mundo evoluciona y nuestras necesidades cambian. Adoptando este enfoque pragmatista, la utilidad de la teorización prospectiva se basa en la capacidad de la teoría para generar posibilidades imaginativas, o lo que Gergen (1978, p. 1344) llama potencia generativa: «la capacidad de desafiar los supuestos prevalecientes sobre la naturaleza de la vida social y ofrecer alternativas a los patrones de conducta contemporáneos». Una cuestión relevante es hasta qué punto la teorización prospectiva ofrece conceptos, modelos o marcos nuevos e innovadores para imaginar futuros deseables; y si fomenta el debate abierto y el diálogo al respecto, y cuándo. Cooperrider (2021, p. 18) argumenta que «la buena teoría, desde este punto de vista, no es solo mirar hacia atrás», centrada en identificar «los patrones de ayer», sino que ofrece «un rico recurso cultural para crear, elevar y dar forma al mundo de una manera que forme el futuro según nuestros ideales y propósitos más imaginativos».
El caso de la renta básica universal ilustra la potencia generativa de la teorización prospectiva. Basado en experimentos mentales del filósofo y economista belga Philippe van Parijs (1992) y otros, imagina un sistema en el que cada individuo dentro de una sociedad tiene garantizado un ingreso regular, independientemente de su situación laboral. Lo que antes era un debate especulativo ha inspirado ahora varios programas piloto y experimentos sociales para probar su viabilidad y beneficios potenciales en varias partes del mundo, como Finlandia, Canadá, Estados Unidos, Namibia y Kenia. La potencia generativa de teorizar sobre principios y conceptos basados en valores se manifiesta así por su impacto posterior. La potencia generativa puede ser evaluada, en principio, incluso cuando aún no se ha realizado, por su capacidad potencial para desencadenar transformaciones en el pensamiento y/o la práctica. Esto puede incluir si la teorización prospectiva cambia la forma en que entendemos los problemas y las situaciones, y cómo lo hace; o si abre nuevas formas de pensar sobre cómo podríamos organizarnos de formas nuevas, mejoradas o alternativas para avanzar hacia futuros deseables.

Transparencia de procesos

Los académicos deben asegurarse de que el proceso de teorización prospectiva esté documentado de manera transparente. Esto incluye articular claramente los pasos dados, los supuestos (imaginativos y normativos) realizados y el razonamiento detrás de su desarrollo teórico a través de las etapas de entrada, rendimiento y salida de las prácticas teorizadas prospectivas. La transparencia es de particular importancia dado el doble salto prospectivo que debe entenderse y rendir cuentas. Con respecto al cambio hacia la imaginación, la teorización debe ser clara sobre cómo se imaginan los datos como entrada a la teorización. También se requiere transparencia con respecto al cambio hacia una teorización basada en valores, de modo que los académicos sean transparentes y reflexivos sobre los supuestos normativos en los que se basa la teorización, así como sobre quién participó y qué voces fueron consideradas. En resumen, la teorización prospectiva debe estar documentada de manera suficientemente transparente para permitir la disputa sobre los supuestos imaginativos y normativos y el escrutinio sobre el proceso a través del cual se desarrollan sus resultados.

Verosimilitud especulativa

Incluso si la teorización prospectiva no se esfuerza por representar la realidad o la verdad en el sentido positivista, los fundamentos teóricos de la teorización prospectiva pueden, sin embargo, ser evaluados por su plausibilidad. Este criterio se alinea con la sugerencia de Weick de que «la contribución de las ciencias sociales no radica en el conocimiento validado» y que, en cambio, «la plausibilidad es un sustituto de la validez» (Weick, 1989, pp. 524, 5). La plausibilidad de la teorización prospectiva significa que el proceso de teorización es en sí mismo internamente coherente y está estructurado con los procesos lógicos inferenciales de razonamiento (Harley y Cornelissen, 2020). También existe la oportunidad de entablar conversación con otras disciplinas como una forma de evaluar la plausibilidad de cualquier especulación. ¿Tiene sentido lógico y se alinea con el conocimiento científico existente y la evidencia empírica, por ejemplo, de la ciencia del clima? El consenso científico en torno a los límites planetarios (Rockström et al., 2009) denota los límites de la metáfora de Kate Raworth de la economía de la rosquilla. Prevé un conjunto de límites dentro de los cuales debemos esforzarnos por satisfacer las necesidades de todas las personas sin sobrepasar los límites ambientales que el consenso científico ha identificado. Del mismo modo, los cinco escenarios climáticos desarrollados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, 2023) de las Naciones Unidas proporcionan un punto de referencia útil que hace inverosímil cualquier modelo económico imaginativo basado en supuestos de crecimiento económico ilimitado.

Conveniencia plausible

La conveniencia de las alternativas futuras teorizadas está, por supuesto, cargada de valores. Y no todos los valores están exentos de problemas. Cualquier prescripción e intervención basada en la teoría podría incluso ser «francamente peligrosa» (Horner et al., 2024, p. 7). Esto queda claro de inmediato cuando consideramos, por ejemplo, las aspiraciones de ecoaldeas fascistas o enclaves libertarios que buscan evadir impuestos o regulaciones. Por lo tanto, se debe desarrollar una orientación axiológica normativa en procesos deliberativos abiertos y basarse en un conjunto de disposiciones básicas mutuamente acordadas para «barandillas de valores» para evaluar la conveniencia plausible de futuros conceptualizados a través de la teorización prospectiva. Estos incluyen principios como la defensa de la dignidad humana, los derechos y el bienestar de las personas y los grupos (presentes y futuros), los límites planetarios, los objetivos de desarrollo sostenible o los principios de la ciencia responsable (por ejemplo, véase Cofundadores de RRBM, 2020). La teorización prospectiva se evaluaría en función de si sirve al bien común y reduce o previene el daño, la discriminación o la desigualdad a través de las generaciones. La violación de valores denotaría entonces los límites de la especulación.
Ciertamente, no podemos conocer las preferencias y objetivos específicos que son deseables para las generaciones futuras, ni podemos suponer que lo que es deseable hoy seguirá siéndolo en el futuro. En sistemas complejos, las soluciones utópicas que imaginamos que son deseables pueden fracasar o producir consecuencias no deseadas, posiblemente devastadoras, más allá de nuestras capacidades imaginativas. Frente a la incertidumbre de lo que significará la deseabilidad en el futuro, la deseabilidad plausible podría respaldar el principio de «flexibilidad futura» por el cual los objetivos pueden evolucionar y emerger de la teorización de un sistema en evolución (Simon, 1996, p. 163). Dicha flexibilidad tiene como objetivo evitar daños irreversibles a la salud social y planetaria y dejar en su lugar condiciones iniciales deseables y una gama de opciones que permitan a las generaciones futuras realizar sus propios objetivos y preferencias.
Más allá de un consenso básico sobre las barreras de seguridad de los valores y la flexibilidad futura, la evaluación de la conveniencia inevitablemente involucrará a las partes interesadas relevantes más allá de los académicos e investigadores (como las comunidades afectadas) en el desarrollo y la evaluación de la teorización prospectiva para incorporar diversas perspectivas y fomentar el diálogo. La teorización prospectiva debe tratar de considerar y ser reflexiva sobre sus propios impactos probables a largo plazo en la sociedad, la política y el campo de estudio, y considerar su daño potencial o consecuencias negativas. Esto incluye declarar y debatir abiertamente las compensaciones, por ejemplo, entre la protección del medio ambiente y el beneficio económico. Esto también debe dejar espacio para la diversidad de valores y el desacuerdo de valores. Incluso hay valor en teorizar futuros indeseables, ya sea para prepararse o advertir contra tales ideas o prácticas alternativas (in)deseables que pueden existir en los márgenes de la sociedad o en las mentes de las personas. Si se persigue la realización de futuros deseables no es algo que deban decidir solos los académicos, sino que podemos contribuir a una deliberación social más imaginativa, transformadora y transparente.
Sostenemos que el rigor especulativo aumenta cuando se satisfacen múltiples criterios. Si bien las contribuciones individuales a la teorización prospectiva pueden no incorporar todos los criterios simultáneamente, el rigor especulativo sirve como principio rector y aspiración colectiva para el esfuerzo académico más amplio hacia la erudición generativa y orientada al futuro. En general, la evaluación de la teorización prospectiva con criterios de rigor especulativo en lugar de validación empírica tiene el potencial de desafiar y transformar la erudición organizacional. Una extrapolación hacia el futuro puede ser entonces igual de rigurosa, al mismo tiempo que permite teorías generativas y prospectivas en lugar de restringir nuestra teorización a un enfoque retrospectivo sobre las relaciones y los procesos causales. Nuestra teorización colectiva sobre sistemas alternativos que aún no existen, por ejemplo, las perspectivas de los bienes comunes, decoloniales, de ecología profunda, feministas o de sistemas heterodoxos, podría avanzar significativamente si evaluamos las teorías en función de su potencial generativo en lugar de los criterios tradicionales. Esto se debe a que el rigor especulativo cambia lo que consideramos una «buena teoría» que vale la pena perseguir, publicar y a la que vale la pena contribuir. Al desarrollar teorías generativas y plausiblemente deseables, podríamos desempeñar un papel mucho más importante en la vanguardia de los debates sobre cómo contabilizar las externalidades o medir el verdadero impacto (social y ambiental) de las actividades organizacionales, o cómo nos organizamos para una transición justa hacia el cero neto.

Un nuevo propósito para teorizar

La teorización prospectiva ofrece un propósito modificado: fomentar la erudición generativa a través de una teoría impactante y orientada al futuro. La mayoría de los modelos teóricos buscan representar y explicar rasgos de una realidad social actual. Sin embargo, al centrarnos en el pasado y el presente, colonizamos efectivamente el futuro con limitaciones cognitivas, en lugar de liberarlo a través de la imaginación. Del mismo modo, al centrarnos solo en las probabilidades futuras, perdemos potencialidades futuras deseables, disminuyendo así la probabilidad de su actualización e impacto generativo. Como resultado, corremos el riesgo de tropezar con el futuro. En lugar de ofrecer liderazgo de pensamiento, como estudiosos de la gestión y la organización nos limitamos al seguimiento empírico a medida que desarrollamos teorías basadas en la observación de una realidad empírica que se despliega gradualmente.
Abogamos aquí no por abandonar nuestros procesos existentes de teorización, sino por abrirlos a un enfoque alternativo y complementario. La teorización prospectiva puede preparar y prefigurar una realidad social (futura). Al abrir la teorización de esta manera, nos pide que abracemos la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad, la ambigüedad y la paradoja (vucap). Permite más imaginación en lugar de alejarse de ella o limitarla de maneras específicas. De hecho, nos permite teorizar la economía mundial como una rosquilla antes de serlo. Teorizar no tiene que ver entonces con la exactitud ni con el ajuste a la realidad, sino con la interacción de la realidad y la imaginación, una realidad imaginada.
La teorización prospectiva generalmente proporciona, creemos, una desviación bienvenida de la ciencia empirista-positivista al reimaginar la relación de la teoría con la práctica empírica. Abre nuevas posibilidades para relacionarse con diferentes orientaciones y disciplinas epistemológicas, abrazando la creatividad, la imaginación y la experimentación. Creemos que las diversas formas de teorizar los futuros son útiles y saludables. Al igual que la biodiversidad, el objetivo aquí puede ser abrazar la teorización de la diversidad, así como la diversificación de la teoría. Esto nos mueve de un presente singular, interpretado de manera diferente, a la potencialidad de múltiples futuros. Las alternativas conviven en el presente a veces, pero sobre todo en los futuros; Esta realización presenta una oportunidad para teorizar la pluralidad a través del espacio y el tiempo. Sin embargo, para prestar atención a tal promesa, necesitamos una imaginación rigurosa y basada en valores para teorizar la organización alternativa, así como los sistemas socioeconómicos alternativos. Un mundo así puede existir en los márgenes y puede transformarse hacia el centro. El mundo en construcción puede ser multipolar y multisistémico, basado en diversos paradigmas socioeconómicos y múltiples economías alternativas, que luego requieren mucha más investigación sobre sus interfaces; investigación que ya se puede llevar a cabo ahora a través de una orientación hacia el futuro.
El mandato más amplio que prevemos y exigimos a través de la teorización prospectiva conlleva una enorme responsabilidad, ya que nuestra erudición pasaría esencialmente de la comprensión del presente a la comprensión y la co-creación del presente futuro. Con la teorización prospectiva, nos centramos en futuros imaginados de fenómenos inexistentes. Esto da lugar a intervenciones a través de la imaginación en lugar de abstracciones teóricas y representaciones a través de la observación. Pasamos de ser un observador distante a, con suerte, un co-creador abiertamente comprensivo, amable y humilde de futuras realidades deseables, que ha cambiado de una mentalidad de «no te ensucies las manos con tus datos» a una de «entra y ayuda a resolver el desorden (planetario)».
Sin duda, la teorización prospectiva es un esfuerzo audaz y no inmune a la falibilidad o la crítica. Sin embargo, dada nuestra crisis planetaria y la catástrofe climática que se avecina, vale la pena ser audaz ahora, ya que de lo contrario puede ser demasiado tarde. Esperamos que los estudiosos de la gestión y la organización se vean obligados a unirse a este esfuerzo y ayuden a arrojar luz sobre las muchas preguntas que aún no tienen respuesta, como por ejemplo, cómo podría cambiar nuestro ecosistema académico para permitir y fomentar el papel de la imaginación y los valores en el proceso de teorización. Nuestra noción de rigor especulativo proporciona un punto de partida para esbozar cómo dicha teorización puede hacerse evaluable de acuerdo con criterios epistémicos. Alentamos a los futuros académicos a trabajar en la infraestructura de la imaginación que sustentará los tipos de teorización prospectiva que hemos esbozado aquí, por ejemplo, mediante el desarrollo de futuros laboratorios y otras vías metodológicas para co-crear activamente futuros deseables. Además, los académicos pueden considerar formas más colaborativas de teorizar juntos, mediante el desarrollo de proyectos y equipos de investigación colaborativa más grandes y diversos a medida que los futuros deseables se co-crean, programan y a escala, incluyendo potencialmente un componente reflexivo de la investigación de los investigadores.

Reconocimientos

Estamos en deuda con Joep Cornelissen y Markus Höllerer por su excelente y generativa guía editorial y proceso de revisión. También agradecemos los comentarios de Tima Bansal, Emilio Martí y Garima Sharma sobre las versiones anteriores del manuscrito. Nuestra gratitud también se extiende a aquellos que se involucrarán con el artículo en el futuro.

Declaración de conflicto de intereses

El/los autor/es declararon/s ningún posible conflicto de intereses con respecto a la investigación, autoría y/o publicación de este artículo.

Financiación

El/los autor/es no recibió(n) apoyo financiero para la investigación, autoría y/o publicación de este artículo.

ORCID iD

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Biografías

Ali Aslan Gümüsay es profesor de Innovación, Emprendimiento y Sostenibilidad en LMU Múnich y director del Grupo de Investigación de Innovación, Emprendimiento y Sociedad en el Instituto Humboldt para Internet y Sociedad de Berlín. Su investigación se centra en (1) los valores, el significado y la hibridez en el emprendimiento, (2) los grandes retos, la sostenibilidad y las nuevas formas de organización, (3) la digitalización, la gestión y la innovación, así como (4) el impacto, la erudición y el futuro. Ha sido publicado en medios como Academy of Management Journal, Journal of Management Studies, Organization Studies e Research Policy.
Juliane Reinecke es profesora de Estudios de Gestión y líder de Sostenibilidad en Saïd Business School de la Universidad de Oxford, así como asociada sénior en Oxford Net Zero. Se centra en cuestiones teóricas en torno a las teorías impactantes, los futuros deseables y la temporalidad. Su investigación empírica se centra en la formación de instituciones de gobernanza transnacional para negocios sostenibles y cadenas de valor globales, por ejemplo, a través de iniciativas de múltiples partes interesadas, acción colectiva y movimientos sociales. Juliane se desempeña como editora asociada de la revista Academy of Management.