EXTENDER EL PRESENTE ES DECIDIR EL FUTURO

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Escrito por Pedro Enríquez de Salamanca (Furby)

Apr 2 2019

“THERE IS NO FUTURE” SEX PISTOLS

Lo gritaban los Sex Pistols y tenían razón. El futuro no existe. Nos pongamos como nos pongamos nadie lo ha predicho con exactitud, quizás lo ha imaginado con más o menos certidumbre pero nunca han acertado en términos de tiempo, suceso o resultado. El futuro no existe y sin embargo cuánto nos preocupa. Cuán importante se ha vuelto en las últimas decenas de años, donde los adivinos, astrólogos, magos y alquimistas han sido sustituidos por las ciencias económicas, políticas e informáticas de la mano de su cuerpo de élite en forma de futuristas, visionarios, estrategas, ingenieros, tecnólogos, consultores y asesores… influencers todos. Como en Wander.

Y tiene sentido esta obsesión generalizada desde la empresa si atendemos a la realidad hiperbólica que nos toca vivir. Porque son muchos los factores que empujan a los tomadores de decisión a construir un “salvavidas” predictivo y evitar la autodestrucción de su negocio. Varios son los factores intensos y reales que nos empujan a la paranoia y estresan nuestra neurosis natural por anticipar problemas, como por ejemplo estos tres:

EL CAMBIO PERMANENTE

La revolución permanente que auspiciaban los trotskistas se ha sustituido por el cambio constante empujado por el avance tecnológico y el modelo de innovación como turbo-motor de negocio. Estar al tanto de nuestro presente precisa de un esfuerzo colosal, y una mentalidad angustiada por estar siempre en modo beta (Always-beta). Permanecer siempre atentos para dar con esa oportunidad, idea, señal o dato que permita anticipar con éxito ha provocado una seria desconexión con la realidad en pausa. Vivir y tomar tranquilas nuestras decisiones empieza a ser una entelequia porque los cambios son tan seguidos que siempre hay decisiones que tomar. Sólo hay que comprobar como los medios por sectores y las redes profesionales, que se han multiplicado y se seguirán multiplicando, amplifican la neurosis predictiva con baterías constantes de noticias transcendentes para el futuro inmediato, informes de tendencias en progreso o artículos con 10 datos imprescindibles para evitar el colapso. La obsesión por no ser los últimos, por evitar el fracaso, por sobrevivir… todo es pura paranoia.

El miedo por la autodestrucción, la famosa incertidumbre, se amplifica pensando en que será también mediatizada.

LA ACELERACIÓN ABSURDA

El proceso de cambio permanente se ha visto acelerado en las últimas décadas con la entrada en juego de los ingenieros de la información y el sector cuaternario. La Inteligencia Artificial y su desarrollo como herramienta de control y análisis ha evolucionado hasta convertirse en un arma eficaz de predicción estratégica y aprendizaje de patrones para mitigar el vértigo exponencial en la toma de decisiones. Lo ha acelerado todo a lo bestia. La IA en su formato cuántico promete vivir en el futuro para que la dichosa decisión se pueda realizar en tiempo real y con la tranquilidad de estar auspiciada por el dato (como vemos que empieza ya a ocurrir en territorios financieros y bursátiles).

Recuerda aquel momento en el que una entusiasmada viajera del Siglo XIX relataba la extraña, intimidante pero liberadora sensación de velocidad. Algo totalmente nuevo que estaba viviendo en un tren a vapor a 40 kms hora. Dos siglos después la velocidad sí empieza a ser inhumana.

SIEMPRE PÚBLICOS

El entorno social y la exposición pública se han extendido. La necesidad del “ser” precisa cada vez más de la exigencia por “estar”. Tanto para empresas y marcas como para individuos. El estilo de vida se ha convertido en una obsesión identitaria que gestiona nuevos status y nos autocensura. Una palanca de posicionamiento público que ya no está limitada al potencial de consumo y la notoriedad material: ese coche de gran cilindrada, el gran chalet con piscina en la zona de moda o las vacaciones de lujo exótico. Esta “verdad”está siendo completada con la exigencia de un nuevo status asociado al comportamiento saludable, autocontrolado, sostenible y siempre conectado al rendimiento físico y el compromiso con nosotros mismos, nuestro negocio y los clientes: demostrar que no nos vamos a autodestruir. El auto-control y el ultra-esfuerzo se convierten en extraños placeres de una sociedad encantada con la notoriedad ejemplificadora. Sin embargo en la era del “corpore sano”… nadie parece comprender que el paso necesario anterior es la “mens sana”, y que ambos conceptos no funcionan de manera equitativa se pongan como se pongan los gurús del futuro feliz, por insulso.

Pensar que no podamos cumplir con nuestras expectativas públicas como individuo o marca nos lanza dentro del oráculo de Delfos buscando consejos que eviten el descalabro, el descrédito o la desaparición social (¡Incluso la muerte!). El miedo por la autodestrucción, la famosa incertidumbre, se amplifica además pensando en que será también mediatizada.

EL FUTURO ES UNA HERRAMIENTA CONTRA LA AUTODESTRUCCIÓN

En el fondo estos tres factores construyen el contexto de un ejecutivo constreñido en tiempo real y sobrepasado por el temor al colapso. A la autodestrucción. A la autodestrucción no sólo laboral o empresarial, también a la autodestrucción personal, emocional, familiar, social, nacional o mundial. Con este panorama obsesivo-compulsivo anti-fracaso es necesario entender la transición cultural que vivimos desde hace décadas desde un modelo basado en la gestión de la escasez, con su indicador en forma de consumo, hacia la gestión de la autodestrucción a través de los niveles de incertidumbre.

Por lo que se ve, tomar decisiones nunca fue tan difícil y el futuro tan “necesario”.

De ahí la transcendencia del futuro y sobre todo del dato, de su información, de los ingenieros y máquinas que los computan y tratan, de los resultados racionales propios de la matemática. Porque la energía del data y su tratamiento parecen diseñar entornos posibles de futuro, menos inhóspitos y satisfactorios en términos de decisión.

Pero… ¡Cuidado! porque en la mente del mismo ejecutivo queda el alivio de pensar que como la máquina no se equivoca su decisión va a ser correcta… Claro, luego si las cosas no son como predijimos gracias a la máquina le echaremos la culpa a la falta de calidad en el dato o lo inesperado de un acontecimiento social o la falta de sensibilidad de la tecnología… la culpa no será nuestra ni suya pero ya da igual… la destrucción será inevitable. Pues qué miedo…

EL FUTURO SE CONSTRUYE DESDE EL PRESENTE

“Si anticipamos el problema diseñaremos la solución”, la obsesión es sencilla pero ineficaz… porque volvemos al principio: el futuro no existe.

Sin embargo sí podemos deambular en la incertidumbre desde el presente y proyectar propósitos que ayudarán en la decisión que se tome en su futuro. Especular con los futuros también forma ya parte necesaria de la investigación y conceptualización… Pero futuros tratados como herramientas para proyectar, para imaginar, para sentir, para imaginar hacia adelante… para gestionar los diferentes niveles de incertidumbre que existen en nuestro presente hiperbólico.

Así que cuidado, el futuro no es un propósito en sí mismo. Porque el futuro no existe y no debemos engañar a nadie… es inhóspito y no ofrece seguridad ni abrigo o protección, sólo un descanso mental transitorio hasta el siguiente informe y necesidad de predicción. Por eso no debemos hablar tanto de futuros y sí de transiciones o presentes extendidos… de ayudar a tomar mejores decisiones, anticipar realidades estratégicas, innovar desde lo táctico o posicionarse a través de una identidad original y diferente para dar respuesta al entorno neurótico acelerado, cambiante y público al que nos enfrentamos.

Ayudar a ser parte activa para extender el presente y alcanzar el futuro deseado. Practicar la “Hyperstition”.

Pedro Enriquez de Salamanca (Furby)

Estrategia e innovación en Soulsight  www.soulsight.es

Explorador en Wander de Soulsight www.wander.es

Fuente: https://soulsight-thoughts.com/es-el-futuro-tan-necesario-167d51414a3c?mc_cid=b2ee2cc37b&mc_eid=98ff408d39

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