“Nada me pertenece. No tengo coche. No soy dueña de mi casa. No poseo electrodomésticos ni ropa”, escribe la parlamentaria danesa Ida Auken. En la ciudad de 2030, las compras son un recuerdo lejano; sus habitantes han encontrado la solución de la energía limpia y toman prestado lo que necesitan a pedido.

«China tomó la delantera en 2017 con un mercado para negociar el derecho a emitir una tonelada de CO2, y colocó al mundo en un camino hacia un solo precio del carbono y un poderoso incentivo para abandonar los combustibles fósiles», predice Jane Burston, directora de Clima y Medioambiente del Laboratorio Nacional de Física del Reino Unido. Paralelamente, Europa se encontró en el centro del comercio de paneles solares baratos y eficientes, ya que los precios de las energías renovables descendieron considerablemente.

Robert Muggah, director de Investigación del Instituto Igarapé, predice que no habrá una sola potencia mundial, sino un puñado de países —entre los que se destacan Estados Unidos, Rusia, China, Alemania, India y Japón— que presentarán tendencias semiimperiales. Sin embargo, al mismo tiempo, el papel del Estado se ve amenazado por otras tendencias, que incluyen el crecimiento de las ciudades.

Según Melanie Walker, una médica y asesora del Banco Mundial, el hospital tal como lo conocemos está en vías de desaparición; habrá menos accidentes gracias a los vehículos autodirigidos y grandes avances en medicina preventiva y personalizada. No habrá escalpelos ni donantes de órganos, sino pequeños tubos robotizados y órganos bioimpresos.

Al igual que nuestros abuelos, no utilizaremos la carne como alimento básico, escribe Tim Benton, profesor de Ecología de Poblaciones de la Universidad de Leeds, Reino Unido. No serán la gran agricultura o los pequeños productores artesanales quienes ganen, sino una combinación de ambos, con alimentos preparados rediseñados para ser más saludables y menos dañinos para el medioambiente y nuestro cuerpo.

Los refugiados sirios con formación académica superior habrán alcanzado la mayoría de edad para el año 2030, y defenderán la integración económica de aquellos que han sido forzados a huir del conflicto. Según Lorna Solís, fundadora y directora ejecutiva de la ONG Blue Rose Compass, el mundo necesita estar mejor preparado para las poblaciones en movimiento, ya que el cambio climático desplazará alrededor de 1000 millones de personas.

«Nos olvidamos de los derechos y libertades que refuerzan nuestras democracias a nuestro propio riesgo», escribe Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.

Además, una vez que lleguemos allí, es probable que descubramos evidencia de vida extraterrestre, escribe Ellen Stofan, jefa científica de la NASA. La “gran ciencia” nos ayudará a responder a grandes preguntas sobre la vida en la tierra, así como a abrir aplicaciones prácticas para la tecnología espacial.